domingo, 11 de diciembre de 2011

Pipo y la Navidad



La Plata 18-12-79
Juan Manuel Lenscak (hijo)


Querida, aunque suene a ironía ¡Feliz Navidad! Si bien es una expresión de deseo no podemos negar que es más feliz que el año anterior. En ese sentido el tiempo pasado, hablando de cárceles, fue peor. Felizmente el futuro nos llena de optimismo, en vistas a lo cual el ¡Feliz Navidad! Cobra singular significado. No es para menos.  Hablemos de el sabandija, nuestro yasiyateré; inexplicable cruza de gringo chambón con criolla pícara. Contame de sus andanzas, me lo imagino a sus anchas por el espartillar. No te olvides; espero tus relatos. Aquí tengo algo para él.



Querido Sabandija:
                        ¡Hola! ¿Qué tal?  Aquí tengo algo sobre Pipo, empieza así:
¡Papi! ¡Papi! ¿Quién es el niño Jesús? – Preguntó Pipo, contento con su collarcito nuevo que su padre le había regalado sacándolo con cuidado del arbolito de navidad como quien arranca una naranja madura.

Mirá Pipo, comenzo diciendo el papá. Había una vez un rey gordinflon llamado Herodes, que no le gustaban los chicos, ni dejaba que en su reino bailasen las calesitas. Era un rey con hocico colorado y uñas negras, largas y filosas. Le habían comentado que iba a nacer un chico que, al pasar los años,  cuando fuese grande, sería mas fuerte que él, que plantaría flores y dejaría volar a las mariposas sembrando así el cielo y los campos con besos de colores; que jugaría y cantaría con los gorriones, y que llenaría el reino de calesitas bailarinas.

Todos los papás, las mamás, los tíos, las tías, los abuelos y las abuelas estaban tristes, con la cara larga, muy larga. ¡Qué triste es un reino sin chicos, sin juguetes y sin calesitas!

Un día el rey gordo se enteró que en sus campos había nacido un nene; que su papá y su mamá, los tíos y las tías, los abuelos y las abuelos, y los vecinos, le hacían regalos y jugaban a la ronde de contentos; que en un tocadiscos parlanchin la música era un sonajero de alegría; y que hasta las gallinas se pusieron a bailar contagiadas de tanta fiesta. El rey Herodes bramaba enfurecido, estaba rojo y caliente como el fuego. De tanta bronca se hizo pis en los pantalones y le salían mocos hasta por las orejas. ¡¡No quiero fiestas en mi reino!! – chillaba el rey del hocico colorado. Pero nadie le hizo caso. Nadie le dijo dónde había nacido el nene y de dónde salía la musiquita juguetona.

            Así es como en el campo del rey, en un galpón escondido, los papás, los tíos, tías, abuelos, abuelas y vecinos del niño Jesús (porque así lo comenzaron a llamar) pudieron seguir cantando, bailando, tomando chocolate en tazas grandotas y soñando con un reino salpicado de flores, burbujeante de mariposas y gorriones y calesitas cargadas de músicas y de chicos.

            El galpón se llenó de regalos. Las gallinas trajeron huevos de colores, y las vacas un balde de leche calentita para que el niño Jesús no tuviera hambre. Las ovejas cariñosas le regalaron un colchón de lana blandito como el regazo de mamá; y los abuelos un sonajero cargado de bochinche. Los tíos le compraron un chupete de caramelo y una mamadera grandota. Y en la ronda alrededor de la cuna todos cantaban: “nos ha nacido un niño, tra-la-lá; nos ha nacido un niño; para jugar”.

            En cada navidad se festeja el cumpleaños del niño Jesús, y todos los papás, tíos, tías, abuelos y abuelas, les hacen regalos a los chicos, para que el rey de las uñas sucias se siga mordiendo de la rabia.

            Pero, papi, ¿entonces el rey malo todavía vive? -¡Claro Pipo! Es el que no quiere que los papis jueguen con los chicos. Ah! – dijo Pipo- ¡¡Entonces le vamos a cantar bien fuerte para que aprende!!
           
            Y juntos se pusieron a cantar “nos ha nacido un niño; tra-la-lá, nos ha nacido un niño; para jugar”.

            Bien sabandija. Eso es todo. Un beso grandote a los abuelos. A vos un monton de besos. Y Feliz navidad! Chau. Tu papi, que te quiere mucho.

 ¡Hay querida! Hay momentos en que la distancia se hace mas patente. Quizás agudice un tanto la cercanía y las fiestas de finde año. Uno se pone melancólico; y uno no es de lata. ¡Qué le vamos a hacer!.
En este año que se termina, mi cariño se agiganta. Un beso con todas las ganas y mis deseos que sigamos así, creciendo en esta situación. Gracias por tu ánimo y tu constancia. Te quiero!, es mi único regalo. Jani

            

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