La Plata 11-08-1976
Juan Manuel Lenscak (hijo)
Juan Manuel Lenscak (hijo)
Querido Juan Manuel: ¡Hola Sabandija! ¿qué tal?
Te debo el cuento de los exploradores. No creas que me olvidé. Además Miguelito el gorrion me trajo otra historia muy linda de nuestros amiguitos. Aquí va:
Pipo y Toto jugaban siempre en un patio grande o sino en la calle. También jugaban en el rio cuando se iban a bañar. Todos esos lugares los conocían bien. Podían jugar casi con los ojos cerrados. Pero en el camino al río había una casa vieja donde no habían entrado nunca. La casa era grande, muy grande. Estaba muy sucia. Y tenía algo muy raro: no entraba ni salía nadie ¡Qué raro! - pensaron Pipo y Toto. ¿ Y si vamos a ver qué pasa adentro? - dijo Pipo. No, tengo miedo - respondió Toto. ¡Vamos, no va a pasar nada! - Recalcó Pipo. ¿Y si no podemos salir más? - preguntó Toto. ¡Vamos a salir por donde entramos! - dijo Pipo. Pero Toto seguia con miedo y no quería ir. Al final a Pipo también le entró un poco de miedo. Pero Pipo es corajudo. Se adelantó solito. Fue hasta la puerta. Caminaba despacito, olfateando para todos lados. Toto lo miraba desde la calle. ¡Qué valiente que es Pipo! Pensaba. Para no ser menos, lo siguió y lo alcanzó. Se encontraron los dos frente a una puerta de madera toda podrida. ¡Qué olor feo que tenía! No se animaban a entrar. Estaba todo oscuro. Entonces Toto le dijo a Pipo: ¡vamos exploradores!, ¡así que adelante! y entraron por una rendija de la puerta. No se veía nada; todo oscuro. ¡Y qué frio! ¡Brrr!
Fueron caminando despacito, olfateando todo (porque los perros olfatean todo con su narizota). El piso era de tierra, pero estaba lleno de cascotes. Se quedaron parados un buen rato tratando de escuchar algo. Nada. Miraron para atrás y vieron la rendija por donde habian entrado, por allí entraba un poco de luz. Estaban seguros de poder volver. Pero no encontraban nada. Ellos querían saber qué había adentro; para eso eran exploradores. Siguieron avanzando. Mas cascotes y mas cascotes, mas frío y más olor a podrido. De pronto escucharon ¡Sssshhh! ¡Sssshhh! ¡Sssshhh! ¡qué miedo! Se quedaron quietitos. ¡Sssshhh! ¡Sssshhh! ¡Sssshhh! ¿Qué es eso? - preguntó Toto. Pipo, que era del campo, se acordaba que había unos pájaros que a la noche hacían así. Pero no estaba seguro. De repente sintieron ¡Tap! ¡Tap! ¡Tap! . ¡Un Aleteo!. Si, era la un pájaro grandote y pesado.
Pipo comenzó a ladrar ¡la lechuza bruja! ¡la lechuza bruja! ¡la lechuza bruja! Y con Toto salieron corriendo para afuera, rápido, rápido, rápido. Pasaron por la rendija de la puerta de madera podrida. Corrían y corrían. No pararon hasta llegar a casa. ¡Que cansado que estaban! Habían descubierto la casa de la lechuza bruja, de la lechuza mala. Y se lo contaron a todos. Ahora todos saben dónde vive la lechuza bruja, porque Pipo y Toto la descubrieron.
¿Te gustó? ¿Viste que exploradorer valiente es Pipo?
Bueno, ahora te dejo, porque Miguelito se fué y tengo que ir a buscar azucar para darle cuando venga con el otro cuento.
Mandele un beso grandote a los abuelos, a la tia María Elena, al tío Mario y también a Leonardo.
Chau, tu papi que te quiere mucho.
Chau, tu papi que te quiere mucho.
-
Querida, domingo por la tarde. Termina una semana pletórica en novedades. Se abre otra con más perspectivas alentadoras. Nos llegaron rumores de efervescencia afuera. Allanaron las oficinas de la Permanden y de la Liga de los Derechos del Hombre , amén de la solicitud de la documentación de la policía en todos los lugares. la venia de la Comision Internacional de Derechos Humanos ha alborotado el avispero. No es para menos. Buena señal. Veremos qué nuevas trae esta semana que se inicia.
Bueno mi vida, no me queda más que el beso de las buenas noches. Cariños a todos. Jani.
No hay comentarios:
Publicar un comentario